🌎 Cuando el alimento se convierte en rehén de los aranceles
Durante el día de hoy entrevistamos a Emilio Friszman referente de APDH CABA -y coordina la Comisión de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y Ambientales del organismo. En este caso analizamos la vulneración del alimento como Derecho Humano atravesado por el costo de la guerra comercial 2.0 reiniciada por Trump, en donde lo único que logrará es profundizar la inseguridad alimentaria en Argentina.
Autor
Redacción
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Fuente: Foto El Litoral
El impacto directo: comida más cara y menos producción local
Friszman no duda al trazar un mapa de consecuencias: “El arancel encarece, y eso debilita a los productores argentinos frente a mercados ya difíciles.” Lo que en apariencia es una decisión de política comercial de Estados Unidos, se convierte en Argentina en una presión doble: nuestras exportaciones se vuelven menos competitivas y, al mismo tiempo, otros países intentan imponer sus productos, debilitando la producción local.
"Hemos sustituido importaciones con producción propia, pero hoy la presión externa es asfixiante."
Derechos humanos en jaque: cuando el mercado decide quién come
Más allá de lo económico, Friszman pone el foco en lo político y en lo humano: “El gran garante de los derechos es el Estado. Cuando el Estado renuncia, los derechos también lo hacen.” El derecho a la alimentación, consagrado como derecho humano fundamental, queda vulnerable ante la lógica de un sistema que prioriza la ganancia sobre la vida.
"Es una guerra comercial global, y nosotros estamos en el medio, sin defensas."
La renuncia del Estado argentino a intervenir en defensa de los sectores más vulnerables, señala, deja a millones librados al azar del mercado internacional. Y ese azar, hoy, es más agresivo que nunca.
Ajuste, FMI y soja: la receta de la tormenta perfecta
Desde diciembre de 2023, con el inicio del gobierno actual, se desplegó una política de ajuste que rompió cualquier equilibrio social. A esto se suma la presión global y una nueva dependencia con el Fondo Monetario Internacional.
"Estamos en medio de la tormenta perfecta respecto de la inseguridad alimentaria."
Y en esa tormenta, la producción de alimentos está cada vez más orientada hacia la exportación de commodities, como la soja, en lugar de atender las necesidades nutricionales del país.
"La Argentina desalienta la producción de alimentos, mientras mantiene cultivos que no garantizan la alimentación del pueblo."
Las cooperativas y la economía popular como refugio
Para Friszman, la respuesta está en el cooperativismo y las formas de organización popular. "El cooperativismo es el antídoto frente a un sistema que busca rentabilidad, no garantizar alimentos."
Con más de un siglo de historia en el país, las cooperativas resisten los embates de la concentración económica y generan condiciones para que pequeños productores se mantengan activos. No es casualidad que las organizaciones comunitarias sean quienes sostienen las ollas populares cuando el Estado se retira.
Soberanía alimentaria: el desafío de producir para comer
La soberanía alimentaria no es una consigna vacía, afirma Friszman: es una necesidad vital. “El alimento debería producirse y consumirse en el mismo territorio. La logística no puede valer más que el pan.”
Frente a un país desarticulado, sin trenes ni infraestructura territorial, la producción local aparece como una estrategia de supervivencia.
"Hemos desarmado las vías de comunicación más importantes, y eso multiplica la injusticia alimentaria."
Las experiencias exitosas existen, incluso con participación de universidades, municipios y productores pequeños. Pero sin una política pública que las articule, el esfuerzo queda fragmentado y débil frente al avance del agronegocio.
¿El alimento como derecho o mercancia?
"Cuando se prioriza la ganancia, se deja atrás al pueblo. Nosotros defendemos los derechos humanos, no el lucro." Con claridad, Emilio Friszman sintetiza el dilema que atraviesa a la Argentina de hoy. El alimento, como derecho o como mercancía. La organización comunitaria, como escudo o como amenaza al mercado. El Estado, como garante de dignidad o como gestor del saqueo.
Pero el coordinador de APDH complejisa el analisis cuando se refiere al heterogeneo mundo de productores (medianos y pequeños) donde también de alguna manera zon victimas de las variables hegemónicas mercantiles del alimento. Aclara Emilio "no nos oponemos a que el pequeño o mediano productor tenga una rentabilidad razonable y acorde a su esfuerzo que le permite vivir dignamente y desarrollar su emprendimiento. Porque sino parece que queremos imponer un modo de producción colectivista que desalienta la iniciativa privada. Nosotros alentamos la solidaridad y la cooperación para el bienestar de toda la comunidad."
Mientras la tormenta perfecta sigue descargando su furia sobre los sectores más pobres, la resistencia se cocina abajo, en las ollas, en las chacras familiares, en las redes de solidaridad. Y aunque el viento sopla fuerte, todavía hay quienes, como Emilio, se animan a encender una chispa en medio del temporal.
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