🩺 Comunidad resistente: la salud pública bajo ataque
Glenda Henze, médica y dirigente social, expone con crudeza el colapso del sistema de salud pública en Córdoba: programas esenciales recortados, trabajadores precarizados, hospitales militarizados y una demanda creciente por parte de una población empobrecida y sin cobertura. Frente al ajuste brutal del gobierno nacional y la pasividad cómplice del gobierno provincial, surgen también señales de organización popular, solidaridad territorial y luchas que buscan reconstruir la salud como derecho y no como mercancía.
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Editorial
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Fuente: Gentileza de G.H.
Una salud que no da más
“La salud pública venía muy golpeada porque atravesamos una pandemia que fue muy difícil para los equipos de salud y para la sociedad en general”, advierte Glenda Henze desde el inicio de la conversación. Pero el panorama, lejos de estabilizarse, se agravó con la llegada del gobierno nacional encabezado por Javier Milei. “Lo que hizo fue profundizar de manera brutal y acelerada todos los recortes y avanzar en la mercantilización de la salud”, denuncia.
La lista es larga y alarmante: reducción de presupuestos en programas de vacunación, recortes de planes sanitarios, desfinanciamiento de tratamientos para VIH, tuberculosis, discapacidad y medicamentos oncológicos. “Ya un UNICEF alertó al Congreso que los recortes del año pasado y los previstos para este año iban a traer consecuencias nefastas… y efectivamente estamos viendo brotes de sarampión en varias provincias”, remarca Henze.
Despidos, pluriempleo y agotamiento sanitario
“No solo hay despidos, hay sobrecarga, pluriempleo y sueldos que no alcanzan”, relata la médica, que además es empleada municipal en Atención Primaria. El dato es elocuente: un médico en el sistema público cordobés cobra alrededor de 1.200.000 pesos mensuales por 35 horas semanales, pero eso no garantiza una vida digna. “Muchos compañeros están con varios trabajos… eso aumenta los riesgos de cometer errores y deteriora el trato con los pacientes”, asegura.
A esa presión estructural se le suma otra: la falta de insumos. “Vos no tenés con qué trabajar, los pacientes no pueden hacer los tratamientos como corresponde, vienen más complicados, y tenés que pensar alternativas a la ideal. Todo eso produce agotamiento y frustración”.
Entre la bronca y la represión
En vez de respuestas, el gobierno provincial agrava la situación: “No se planta frente al ajuste, sino que lo descarga sobre los trabajadores y el pueblo cordobés”. Un ejemplo reciente fue la militarización del ingreso al hospital Rawson, luego de despidos. “Tremendo. Esa foto se parece a otras épocas oscuras. Prácticamente esto sucedía con Onganía”, compara.
Frente a este panorama, Glenda insiste en una tesis que se repite a lo largo de la entrevista: “Hay un plan sistemático de convertir la salud en un negocio y no en un derecho”. La pandemia, en su visión, no solo dejó cicatrices sanitarias, sino también expuso la lógica de concentración del capitalismo: “Cuando ponés en el mercado un tema como la salud, se rige por las leyes del mercado. Sobreviven los grandes y quiebran los pequeños si no interviene el Estado”.
Más demanda, menos cobertura
La desfinanciación del sistema público tiene un efecto colateral cada vez más visible: el aumento de la demanda. “Muchas personas han quedado sin obra social o no pueden pagar los coseguros”, explica Henze, quien calcula entre un 15% y 20% de aumento en la demanda en centros municipales. Los hospitales, afirma, “deben estar igual o peor”.
La situación también golpea a los jubilados. “Los adultos mayores que tienen PAMI también van al sistema público porque no pueden comprar sus medicamentos”. Una resolución judicial reciente, que dio lugar a un amparo por los recortes de medicamentos del PAMI, aparece como un alivio temporal: “Una buena noticia dentro de todo… pero la situación se sigue agravando”.
Hambre, salud mental y tejido comunitario
“La salud también depende de las condiciones de vida, de trabajo y de subsistencia. Todo eso se ha deteriorado de una manera enorme”, enfatiza Henze. La falta de alimentos, el aumento del hambre infantil y el deterioro del bienestar general están generando una oleada de enfermedades físicas y mentales. “La salud mental está en crisis grave”, alerta.
Pero no todo es desolación. Frente a este panorama, el territorio resiste. “Aunque el discurso dominante sea el del sálvese quien pueda, en los barrios la solidaridad existe. Se sostienen comedores y merenderos con el esfuerzo de las comunidades”. Esa experiencia de resistencia cotidiana muestra un contrapunto a la narrativa oficial del ajuste como único camino.
La organización como horizonte
Frente al desfinanciamiento y la desprotección, Henze apuesta a fortalecer la organización comunitaria: “La propia necesidad te va haciendo juntar con el otro. Si no te juntás con otro a pelearla, no conseguís nada”.
Córdoba sigue siendo, según su mirada, un faro del sindicalismo y la lucha social. “Lo que está costando es unificar todo ese malestar, pero las luchas existen. Están los municipales, los trabajadores de EPEC, la UOM, los judiciales. La bronca se acumula”.
Y si bien la motosierra del ajuste parece no tener freno, la comunidad tampoco se rinde: “Este tipo de comunidad tiene más de 5.000 años, y un discurso no la va a cortar. Lo que toca ahora es estar organizados y recuperar la lógica asociativa”.
El falso déficit cero y la deuda impaga
Uno de los pasajes más claros de la entrevista es cuando Henze desmonta la retórica del “déficit cero”:
“Es un déficit cero sobre la base de que primero pagan los intereses de la deuda y después con lo que queda calculan el déficit. Como si yo no pago la tarjeta, no pago la luz y digo que tengo déficit cero”.
Para Henze, la verdadera solución está en disputar otro modelo: “Una política que industrialice el país, que genere riqueza y que esa riqueza se quede acá. Y que con eso podamos garantizar derechos y felicidad para nuestro pueblo”.
Salud, derecho o mercancía
El análisis de Glenda Henze sintetiza un momento crítico. La salud pública está al borde del colapso, empujada por decisiones políticas que priorizan la lógica del mercado por sobre los derechos. Sin embargo, la comunidad organizada, los equipos de salud y las experiencias de solidaridad barrial siguen en pie.
Antes de su participación en la actividad “Pañuelo, unión de las luchas”, organizada por APDH y CGT Villa María, Revista Vértices entrevistó al magistrado Matías De Falco. Con una fuerte impronta jurídica y social, anticipó los temas que abordaría en su disertación en el SUM de El Diario: la creciente precarización del trabajo, el retroceso normativo, la pérdida de conciencia colectiva y la necesidad urgente de reclamar lo que la Constitución garantiza: una sociedad con justicia social.
Cada 7 de junio, Argentina celebra el Día del Periodista en homenaje a la salida del primer número de La Gazeta de Buenos Ayres en 1810, impulsada por Mariano Moreno como voz de la Revolución de Mayo. Nacida con el lema de Tácito —“Rara felicidad la de los tiempos en que es posible sentir lo que se quiere y decir lo que se siente”—, fue mucho más que un periódico: un instrumento de transparencia, debate público y construcción democrática.
Este trabajo histórico fue realizado por la profesora, investigadora y miembro de la APDH Regional Villa María, Carolina Benedetto, quien reconstruye los orígenes sociales, sindicales y políticos que dieron lugar al Cordobazo como una de las más potentes expresiones de resistencia popular del siglo XX argentino. Desde el auge industrial cordobés hasta la confluencia obrero-estudiantil del 29 de mayo de 1969, el relato destaca el papel de Villa María, la represión, las luchas previas, y el legado de una jornada que quebró al onganiato y transformó para siempre la vida política y cultural del país.