Córdoba reacomoda su mapa político: factor Sciciliano y vector partidos políticos organizados

En diálogo exclusivo con Revista Vértices, Martín D’Ottavio analiza el reordenamiento profundo que atraviesa la política cordobesa y nacional. Desde el encuentro federal de treinta y siete partidos en Carlos Paz hasta las tensiones por las reglas electorales que impulsa el gobierno nacional, describe cómo las fuerzas emergentes buscan recuperar voz, ampliar márgenes de acción y resistir intentos de limitar su vida institucional. Advierte que el “mapa violeta” difundido la noche electoral respondió más a una estrategia comunicacional que a un resultado real y sostiene que La Libertad Avanza creció sobre el enojo social y la demanda insatisfecha de cambio

Fuente: Foto Arquitectura de Calle

El ascenso de Siciliano y la necesidad de reordenar el peronismo provincial


“El crecimiento que ha tenido Miguel no me sorprende” plantea desde el inicio. Destaca que es un “gran laburante” pero sobre todo alguien que supo “aprovechar las oportunidades que sigue representando”. La lectura es clara. Siciliano había desarrollado un trabajo territorial paciente, sostenido y eficaz. Era lógico que quien “conoce los rincones de la ciudad” quedara a cargo de “reagrupar, ordenar, organizar y vincularse con las instituciones y el territorio”.

 

El análisis no se queda ahí. Sostiene que su designación responde a una necesidad profunda del PANAL de “reorganizarse post 26 de octubre”, luego de un año electoral complejo. La referencia histórica aparece cuando recuerda que algo similar ocurrió con Pablo Casinerio luego de otra elección intermedia, cuando asumió al frente del Ministerio de Vinculación Comunitaria, Protocolo y Comunicación.

 
El ministerio como enroque estratégico y la lógica del ajedrez político


El entrevistado rechaza la idea de que se trate de un “freezer”. “Si fuera freezer no deja que se vaya al Congreso” explica, señalando que una candidatura nacional suele diluir a cualquier dirigente en la política local. En cambio, observa que el movimiento “les termina sirviendo a todos”, ya que permite sostener figuras clave, reacomodar lealtades y garantizar continuidad.

 

“Me pareció un enroque interesante” afirma. Y añade que el tiempo dirá si la decisión fue acertada o no, porque en Córdoba ningún cargo está garantizado si el funcionario no demuestra trabajo y resultados. “Si no laburás te limpian” resume, en una frase que sintetiza la cultura interna del oficialismo provincial.

 
Las dos corrientes históricas y los equilibrios permanentes


Con precisión quirúrgica, reconoce la existencia de dos líneas que conviven desde hace años. “Siempre existieron los delasotistas y los schiarettistas en la batalla” recuerda. Cada uno conserva sus afectos, su trayectoria, sus cuadros y su tiempo compartido en la construcción del poder provincial. En ese marco, la presencia de Facundo al frente del bloque legislativo y no la de Miguel “representa en alguna medida la presencia de Schiaretti o Alejandra” en los lugares de decisión.

 

Aun así, sostiene que las decisiones estratégicas se toman en una “mesa consensuada” para evitar errores no forzados.

 
La ausencia de Natalia de la Sota como error político


El entrevistado no duda en marcar una crítica contundente. “Ahí se equivocaron”. No se trata de subestimar el apellido, sino de no haber leído correctamente el peso propio de Natalia. Recuerda que no se explica cómo no fue candidata a vicegobernadora en 2023. “Natalia es Natalia” afirma con énfasis. Y agrega que, igual que Siciliano, hubiera sido “una pieza muy importante dentro del armado”.

 

Su resultado electoral posterior, sostiene, terminó demostrando que habría aportado muchísimo más de lo que los estrategas del PANAL imaginaron.

 
Kirchnerismo cordobés, retornos y fracturas


Sin rodeos, afirma tener una “crítica áspera” con el kirchnerismo local. Apunta directamente a Gabriela Estévez y al rol del “dedo de Buenos Aires”, que según su mirada, perjudicó al espacio en Córdoba. Su evaluación es dura. “No le trajo absolutamente nada nuevo al kirchnerismo acá, nada bueno tampoco”.

 

En contraste, considera “lógico” el retorno de Federico al peronismo provincial. Para él, era llamativo que hubiera jugado con el kirchnerismo cuando su recorrido histórico y político pertenecía a otro lugar. “Regresar era algo permisivo” sintetiza.

 
El voto castigo a Schiaretti y el avance inevitable de la Libertad Avanza


La lectura electoral es directa. “Podés tener millones de seguidores o 70% de imagen positiva y eso no se traduce en votos”. Una afirmación que desafía la intuición mediática y reconstruye el sentido del resultado. Según explica, hubo un voto castigo consolidado hacia Schiaretti, especialmente entre jubilados y pensionados perjudicados por decisiones de su gestión. “En la casa donde hay un jubilado provincial eso impacta al momento de votar”.

 

Sobre el fenómeno Milei, su interpretación es contundente. “Llegó a tal punto que cualquiera que hubiera sido candidato con esa marca hubiera ganado”.

 
Recursos, candidaturas y una batalla electoral feroz


El entrevistado confiesa que la banca obtenida por Natalia fue “una de las más caras de la historia”, dado el enorme volumen de recursos desplegados. También señala que las tres fuerzas que obtuvieron representación “pusieron muchísimo en juego”, lo que confirma que Córdoba era uno de los escenarios más disputados del país.

 

Desde su propia experiencia en alianzas con Proyecto Joven, admite que “nuestra trayectoria es mínima” y que participaron con muy pocos recursos, pero valora haber competido pese al corto tiempo entre reconocimiento judicial y comicios.

 

 
El futuro de Schiaretti y el cierre de una etapa


A diferencia de sectores que especulan con su regreso, la mirada del entrevistado es clara. “Juan ya dio todo lo que tenía que darle a la política”. Reconoce aciertos, recuerda diferencias y plantea que su aporte debe continuar desde un rol no ejecutivo. “Ya fue tres veces gobernador. Le dieron ese honor más que suficiente”.

 

Fuente: Foto Prensa Córdoba
Fuente: Foto Letra P

 

Un encuentro federal en Carlos Paz que mira a 2027


El entrevistado cuenta que hace pocas semanas se realizó “en Villa Carlos Paz un encuentro nacional de partidos políticos”. Allí participaron “37 partidos políticos, 14 provincias”, aunque aclara que uno de ellos “representa a una provincia pero está esperando resolución” judicial, por lo que todavía no se lo puede considerar plenamente constituido.

 

Explica que se trató de “un encuentro nacional de partidos en donde estamos debatiendo varias cuestiones”. En primer lugar, “el funcionamiento y la intromisión que ha tenido y que tienen algunos distritos y las distintas maneras de interpretar la ley electoral la Cámara Nacional Electoral” y “cómo le ha afectado y ha perjudicado a los partidos chicos en alguno de esos distritos”.

 

En segundo lugar, describe que comenzaron “a explorar y estamos en ese franco proceso de cómo nos vamos a parar de cara al 2027 entre todos estos partidos”. Uno de ellos, señala, “ya es partido nacional, que es la UCD”, y el objetivo es avanzar hacia “la constitución de tres o cuatro partidos nacionales más o un solo partido nacional más confluyendo todos estos partidos de distrito para armar una fuerza y una coalición para el 2027”.

 

El propósito es claro. Al menos “ser parte de la discusión electoral y la presidencial del 2027” y no quedar reducidos a meros sellos sin incidencia real.

 
Confederaciones, coaliciones y el intento de limitar la vida institucional


Consultado sobre si la estrategia se parece más a una coalición que a una confederación, el dirigente responde que “no están permitidas las confederaciones”. Por eso adelanta que “le vamos a hacer una presentación a la doctora María Servini de Cubría en donde proponemos la reinstauración de las confederaciones de partidos porque es necesario, porque no deja de ser una forma institucional de organizarse también”.

 

Desde su perspectiva, los partidos de distrito sueltos “muchas veces suelen simplemente servir para dividir al electorado”, cuando lo que proponen es exactamente lo contrario. “Lo que nosotros estamos considerando es que al electorado hay que unirlo en pos de un proyecto, en pos de una intención de gobierno productivista federal que le dé participación concreta a las provincias, a los municipios del interior”.

 

Subraya que el objetivo es que esos espacios puedan tener representantes “que puedan alzar la voz allá en Buenos Aires” y plantear “qué es lo que se viene y qué es lo que queremos para la Argentina para el 2027”. Sea “porque Milei tiene la posibilidad de continuar porque terminaron saliendo las cosas bien, o ya sea porque Milei fracasó”.

 

A este escenario se suma una preocupación nueva. “Leí los otros días que el presidente Milei quiere realizar una reforma, ahora que le dan un número a la Cámara Baja, para evitar que se vuelvan a formar los frentes partidarios”. Para el entrevistado, “toda acción tendiente a acotar la vida institucional de la política y de los partidos políticos atenta contra las libertades, paradójicamente”.

 

Remarca la contradicción. “Que un modelo de gobierno que se trata de ser liberal quiera venir a acotar la forma en que los partidos se pueden agrupar u ordenar me parece un error muy importante porque atenta contra la sana democracia”. Por eso sostiene que “hay que dejar que los partidos vayamos encontrando nuestros puntos de encuentro y de acuerdo” y expresarlos a través de las formas organizativas que el propio sistema democrático debería garantizar.

 
Federalismo, condicionamientos y la voz de los partidos chicos


El dirigente valora que existan “espacios de segundo grado y tercer grado de discusión de los partidos”, por fuera de la lógica puramente electoral. Habla de un “estadio preelectoral” donde se dan negociaciones, encuentros y articulaciones. Considera que “cuánto bien nos haría que existan federaciones de partidos políticos para agilizar discusiones y, a su vez, confederaciones de partidos políticos”.

 

Cuando se le pide que mencione algunas fuerzas presentes, explica que “estuvo mi partido como uno de los organizadores de la federación, estuvo Proyecto Joven también”. Sin embargo, aclara que muchas veces evitan dar todos los nombres porque “después vienen los aprietes en las provincias”.

 

Relata que “varios presidentes de partidos” pidieron reserva sobre las siglas mientras esperan decisiones judiciales y políticas. “Lamentablemente, es una cosa que se da normalmente en las provincias, por eso muchas veces reniego de los gobernadores que se quejan de la falta de federalismo cuando en realidad ellos también han aprendido las viejas mañas del unitarismo”.

 

En ese sentido, cuestiona “andar condicionando a los partidos porque se reúnen con tal o con cual”. Si las cosas se hacen bien, dice, “no le tendrían que tener miedo a nadie ni dar miedo a nadie”. El problema es que “están haciendo las cosas mal”.

 

Reivindica que los partidos que no tienen un gran desarrollo territorial “también representamos una porción de electores que también son argentinos”. Por eso afirma que “es hora de que también le demos una voz a los partidos que nos consideran sellos pero que, en definitiva, lejos de serlo, representan voluntades concretas aunque sean pocas”.

 
El mapa violeta y la construcción de un relato triunfalista


En la última parte de la entrevista, aborda de lleno el interrogante sobre el color político del país. Cuando le preguntan por qué “Milei pintó el país de violeta”, responde que “los neoliberalistas aprendieron rápido” la picardía comunicacional.

 

Recuerda que “esa noche del 26 de octubre nos vendieron un mapa de la República Argentina totalmente pintado en violeta”. Sin embargo, “con el transcurrir de las horas y de los días, cuando se iban realizando los escrutinios definitivos, vimos que no estaba tan pintado de violeta”. Los colores “fueron cambiando, se fueron alternando, ya no era únicamente el color que prevalecía”.

 

Reconoce que “ellos tienen una capacidad comunicacional muy bien aprendida, muy bien estudiada, y la verdad que yo los felicito”, pero alerta que “no podemos salir a confundir a los electores”. Para él, “hay que aprender a ganar bien y a perder bien”. Si ganaron por poco, “díganlo, ganamos por poco”, porque “lo que estamos poniendo en juego es la representatividad de personas que dicen que a través de sus propuestas pueden traer resultados y soluciones”.

 

Ese tipo de maniobras, advierte, “no le hace bien a la credibilidad” y aporta a que “los porcentajes de participación en las elecciones cada vez sean menores”. La gente “se cansa” y “no le gusta este manoseo, este boludeo”.

 
Voto castigo, enojo social y una historia de fracasos acumulados


A la hora de explicar el avance de La Libertad Avanza, sostiene que el espacio “ha logrado instalarse en el enojo y en la desazón del argentino” que durante años confió en distintas promesas electorales. “Aparece una propuesta de alguien disruptivo, aparecen propuestas que la gente quiere escuchar, más allá de que después se cumplan o no”.

 

Según su mirada, “te terminan diciendo lo que vos querés escuchar pero no terminan haciendo lo que vos necesitás que se haga”, y la Argentina arrastra “una necesidad de satisfacción” que no se resuelve. El mérito de la Libertad Avanza, afirma, “es haber sabido interpretar el momento de la gente y haberle sabido acercar una ilusión de cambio que se viene pidiendo a gritos”.

 

Sin embargo, duda de los resultados concretos. “Hasta el día de hoy eso no se termina de ver en términos positivos. Sí se ven los cambios, pero no sé hasta dónde pueden llegar a impactar al argentino de pie de manera positiva”.

 

Advierte que se ha comprado “una verdad a medias” y que esa operación discursiva “siempre tiene efectos en el corto plazo contraproducentes”. A la vez, reconoce que el nuevo oficialismo aprovechó “un hilo histórico” donde el antiperonismo o el no peronismo suele capitalizar las elecciones de castigo en contextos de crisis.

 

Repasa ejemplos. “No quisieron castigar a Alfonsín y lo votaron a Menem, ya sabemos lo que pasó con Menem. No quisieron castigar a Menem y lo votaron a De la Rúa, ya sabemos cómo nos fue con De la Rúa”. Luego vino “la debacle” institucional y la sucesión de presidentes hasta que Duhalde ordenó parcialmente la escena y llamó a elecciones.

 

Recuerda que Néstor Kirchner llega “con un 22 por ciento en su primera vuelta”, sin balotaje porque Menem decide no presentarse. Y concluye que terminó haciendo “un gobierno que nadie puede negar, ni la derecha, ni la extrema derecha, ni los conservadores, ni los progresismos libertarios, que fue una presidencia con muchísimos aciertos”.

 

 
Fuente: Entrevista realizada en exclusiva para Revista Vértices.

 

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