Más de 200 entidades acompañadas desde una lógica cooperativa – la experiencia de ECC
ECC, Estudio Cooperativo Contable, es una cooperativa integrada por jóvenes profesionales de las ciencias económicas que desde Rosario acompañan a más de 200 entidades de la economía social y solidaria en todo el país. En diálogo con Revista Vértices, Guillermo Rigoni, integrante de la cooperativa y docente universitario, analiza cómo el ejercicio colectivo de la contaduría pública fortalece a cooperativas, mutuales y asociaciones civiles, y por qué la economía social cumple un rol estratégico en la construcción de una sociedad más justa, democrática y con arraigo territorial.
Autor
Redacción
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ECC y una definición que dice mucho más que un nombre
“ECC es la sigla de Estudio Cooperativo Contable”. Con esa frase simple arranca una historia colectiva que, según cuentan, comenzó “en el año 2013” y se inició “por cuatro compañeros, dos de los cuales siguen hoy en la cooperativa”. Hoy, el proyecto se consolidó en un equipo más amplio.
“Actualmente somos diez personas que trabajamos en la cooperativa, todos contadores o estudiantes de contador”. La identidad profesional se combina con una marca de origen académico. “Casi todos también egresados de la UNR”, aclaran, con una sola integrante formada fuera de Rosario.
Lo que el relato subraya desde el inicio es que la cooperativa no apareció por moda ni por trámite. Apareció por práctica. “Todos fuimos parte, al menos como alumnos, de la práctica profesional de entidades de economía solidaria”, explican, vinculándolo a una experiencia universitaria concreta.
Economía social y solidaria como horizonte de trabajo
La cooperativa define su orientación con claridad. “La cooperativa nuestra se dedica exclusivamente, ya desde hace varios años, seis, siete años, a trabajar con entidades de la economía social y solidaria”. No es una consigna general. Es un recorte operativo que define clientes, agenda y misión.
Esa tarea abarca “asociaciones civiles, fundaciones, cooperativas y mutuales”, aunque ponen el acento donde se juega lo cotidiano del trabajo. “Con una importancia mucho mayor de las cooperativas de trabajo y asociaciones civiles”.
Y cuando enumeran el universo de entidades aparece la fotografía social real de la economía popular organizada. “De asociaciones civiles vamos desde clubes, barrios, comedores, hasta asociaciones profesionales, sindicatos, colegios profesionales”.
En cooperativas, el mapa es igual de amplio. “Vamos desde cooperativas de trabajo que hacen laburos barriales, laburos de reciclado, muy vinculados a lo que llamamos la economía popular”, hasta cooperativas “de trabajadores de salud, de construcción, de software”. En esa diversidad, ECC se posiciona como una herramienta técnica que acompaña a organizaciones que producen, sostienen empleo, construyen comunidad y generan redes.
Una idea central – cooperar antes que formalizar
En el relato aparece un dato clave para comprender el sentido social del proyecto. “La cooperativa formalmente se constituyó en el 2020, y antes laburábamos de manera cooperativa”. Para ECC, esa experiencia previa es parte del mensaje.
“Nos gusta contarlo porque básicamente demuestra que trabajar cooperativamente no requiere una orientación del Estado”, explican. En otras palabras, la cooperativa no se reduce a una forma jurídica. La forma jurídica importa, pero no es el inicio del camino. “Se puede tener una práctica cooperativa sin tener las figuras formalmente, más allá de que las figuras otorgan la estructura necesaria muchas veces”.
La ventaja frente al estudio tradicional – menos soledad, más comunidad
Cuando se les pregunta qué cambia frente al estudio tradicional, la respuesta va al corazón cultural de la profesión. “La profesión de contador está muy vinculada al concepto de profesión liberal y como tal de profesión en soledad”.
Ahí aparece la diferencia que, para ellos, se vuelve ventaja. “Es un ejercicio de una profesión que suele ser muy solitaria, que la hacés con otras personas”.
No se trata solo de compartir tareas. Se trata de compartir aprendizaje y riesgos. “Te capacitas con otras personas, también compartís riesgos con otras personas porque es colectivo y te acompañás en el trabajo”.
Lo presentan como algo más que eficiencia. “Para mí es una forma linda de ejercer la profesión”.
Y en el modo de decidir, la cooperativa asume lo complejo como parte del método. “Es mucho más horizontal, tiene sus problemáticas”, dicen, y agregan que “conlleva muchas reuniones, conlleva mucha toma de decisiones en conjunto”. Sin embargo, lo sostienen como virtud. “No es lo mismo tomar una decisión solo o de a dos que tomarla de a diez”.
La ética interna también es política. “Tratamos de que las decisiones sean por consenso y no por votación”, explican, buscando “que siempre las decisiones traten de dejarnos conformes a todos”.
Profesionales cooperativistas, una excepción que crece
El entrevistado ubica su experiencia en un fenómeno emergente. “Podemos decir que dentro de la experiencia laboral es una excepción trabajar de manera cooperativa”. “No es la generalidad, son excepciones, son casos contados”, resumen.
Sin embargo, señalan que en Rosario hubo condiciones que habilitaron estos procesos. “La cátedra donde yo estoy docente tiene un laburo muy fuerte de extensión universitaria y de prácticas cooperativas”, lo que habría sido “un puntapié” para que hoy existan “cuatro cooperativas de profesionales” en la ciudad.
La práctica real del sistema contable, lo que debería ser y lo que pasa
En un tramo muy importante, el entrevistado explica un problema estructural que atraviesa a pymes y organizaciones sociales. “Las entidades deberían tener dos profesionales, uno que trabaje en la contabilidad y otro que haga la auditoría externa”. Pero marca la distancia entre norma y realidad. “Eso en la práctica es muy difícil de encontrar, porque las entidades no tienen plata para abonar dos profesionales”.
Entonces ocurre lo habitual. “Se abona a uno que termina elaborando los estados contables y después hace el informe de auditoría”. Aclaran que “no es lo que corresponde, pero es lo que sucede en la práctica”.
Reforma impositiva y el riesgo central – perder la exención de Ganancias
Cuando entra la coyuntura, el discurso se vuelve alerta. “El mayor riesgo que tenemos hoy es perder la exención en el impuesto a las ganancias”. Y explican por qué, desde la identidad cooperativa, no se puede equiparar al capital privado.
“No somos empresas de capital, somos empresas sociales donde el valor primordial no está en el capital social, sino en las personas que lo componen”.
Señalan que en el cooperativismo de trabajo la situación es aún más directa. “Ganan en la diaria, subsisten gracias al trabajo en la cooperativa”. Por eso la frase se vuelve determinante. “Gravar el impuesto a las ganancias sería una cosa lapidaria para el sector”.
La argumentación se amplía al rol de infraestructura en el interior del país. “El cooperativismo de servicios públicos y el cooperativismo agropecuario ponen la infraestructura que no pone el Estado o que no ponen los privados”. En pueblos pequeños, dicen, “los servicios públicos los da una cooperativa” que muchas veces lo hace “con capital propio”. Por eso concluye que “no tiene ningún sentido gravar a esas entidades”.
Ingresos Brutos y un debate federal pendiente
Otro punto que aparece es el impuesto a los Ingresos Brutos. “Por la ley de coparticipación debería estar exenta en todas las provincias, pero no todas las provincias están adecuadas”. En esa frase se lee una tensión típica del federalismo real. Normas nacionales y prácticas provinciales que no siempre coinciden.
Control, mitos y una frase que desnuda el argumento anti cooperativo
El entrevistado también discute el relato de que el sector “no está controlado”. “Está sumamente controlado”, afirma. “Tenemos a la espalda uno o dos organismos de control, uno nacional y en todas las provincias el organismo provincial”.
Y concluye con una comparación que funciona como cierre político del argumento. “La entidad tiene que cumplir con muchas más reglamentaciones y obligaciones que una empresa privada”.
Cuando se habla de mal uso de figuras jurídicas, propone una metáfora sencilla. “Yo siempre pongo el ejemplo de uno con un ladrillo. Puede construir una casa o le puede tirar un ladrillazo por la cabeza a alguien y no por eso los ladrillos son malos”.
Para ECC, el problema no es la figura cooperativa. “En general cuando alguien malutiliza las figuras jurídicas hay gente que no es del sector”. Y por esos casos excepcionales, advierten, “termina pagando el sector en su conjunto”.
Participación social y economía real – el cooperativismo como organización frente a la crisis
En el tramo final, el entrevistado deja un mensaje de época. “El desafío principal que tenemos es poder pasar este ataque hacia la industria nacional, hacia lo nacional y lo propio”. Señala que el gobierno nacional “gobierna para sectores que no tienen rostro humano”.
Y vuelve a una idea que cruza historia y presente. “El sector siempre crece. En los momentos de crisis crece porque la gente necesita organizarse”. “Y en los momentos buenos crece porque se desarrolla”.
Su cierre es coherente con toda la entrevista. “Nos toca aguantar y organizarnos”. Y agrega una recomendación concreta. “Trabajen en red, se articulen con gente que trabaja en la industria nacional”.
Reflexón Final: el conocimiento técnico como herramienta de democratización
Un aspecto que atraviesa toda la experiencia de ECC, aunque no siempre aparece explicitado, es el rol del conocimiento técnico como herramienta de democratización económica y organizacional. La cooperativa no solo presta servicios contables, sino que traduce lenguajes técnicos complejos para organizaciones populares, cooperativas de trabajo y asociaciones civiles que, de otro modo, quedarían en desventaja frente al sistema administrativo y fiscal vigente.
En ese sentido, cuando explican que “la mayoría de las entidades no puede pagar dos profesionales” y que muchas veces una sola persona termina cumpliendo funciones que deberían estar separadas, lo que se pone en evidencia no es una falla moral, sino una desigualdad estructural de acceso al asesoramiento profesional. SC aparece ahí como un actor que acompaña, orienta y cuida, sin reproducir la lógica punitiva o mercantil del estudio tradicional.
La práctica cooperativa de contadores públicos rompe con la idea del profesional como experto distante y propone otra figura: la del técnico comprometido con el territorio, que entiende que la contabilidad, la auditoría y el cumplimiento normativo no son fines en sí mismos, sino herramientas para sostener trabajo, organización y derechos.
Desde esta perspectiva, el cooperativismo profesional no solo participa de la economía social, sino que produce debate público sobre cómo se regulan, controlan y financian las organizaciones que sostienen gran parte de la vida económica real del país. En tiempos donde se discute la legitimidad de las exenciones, el rol del Estado y el sentido del bien común, experiencias como SC aportan argumentos concretos para pensar una economía donde la técnica esté al servicio de las personas y no al revés.
Fuente: Entrevista exclusiva por Revista Vértices.
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