💵 RUIDO COMO COBERTURA

El escrito de Félix Vera reflexiona sobre las críticas que enfrenta el presidente por su manejo de $LIBRA, un polémico token cripto. Tras alabarlo como herramienta de financiamiento, se retractó en redes, denunciando a la 'casta'. Sus contradicciones plantean dudas: ¿improvisación o cálculo político? La falta de regulación expone a los argentinos a riesgos, mientras su discurso antisistema se tambalea entre la pasión y la responsabilidad

El presidente, en una entrevista reciente, reveló inconsistencias entre sus dichos iniciales y sus aclaraciones posteriores. “Lo que me propusieron era crear un instrumento para financiar proyectos; ¡me pareció bárbaro! [...] Todo lo que ayude a los argentinos me entusiasma”, afirmó con optimismo. Sin embargo, esta postura choca con su retractación en X, donde, tras conocer detalles de $LIBRA, borró su respaldo y atacó a la “casta”. Esto solo demuestra que sabía de la existencia y propósito del proyecto, contradiciendo su imagen de observador desprevenido.

Si tiene experiencia en análisis de riesgos y tecnologías financieras, cuesta creer que ignorara las consecuencias de avalar $LIBRA, un token en el blockchain de Solana. O su conocimiento es nulo —lo que cuestiona su expertise— o conocía los riesgos y los asumió por cálculo político, reforzando su figura antisistema al apoyar criptodivisas como crédito alternativo. Pero el resultado y las consecuencias del experimento lo desmienten.

 

Por otro lado, y como descargo, cita un comunicado de la SEC (EEUU), previo a la publicación de una nota en el New York Times -calificado al medio como “wokista”-, para sostener que, según la SEC, estos tokens no prometen pago ni admiten estafa. Sin embargo, si $LIBRA financiaba proyectos para el desarrollo de proyectos argentinos sin garantizar retornos, el riesgo es enorme: un Smart Contract que se ejecuta automáticamente en el blockchain de Solana, pero si el deudor vacía los fondos, no hay respaldo. El beneficio para los argentinos se torna especulación pura.

 

Aquí surge otra paradoja, al presumir que todos conocen los riesgos financieros, pero promueve un sistema sin regulación donde la asimetría informativa favorece estafas, algo que en un capitalismo serio sería delito. Su voluntarismo -“nadie obliga a invertir, es su riesgo”- choca con un ecosistema cripto que beneficia a los “vivos” y perjudica a los crédulos.

 

Quedan preguntas: ¿cómo supo de $LIBRA? ¿Quién le dio los detalles precisos del contrato? ¿Por qué, siendo experto, lo difundió y luego se retractó? El periodista insinúa “candidez”, pero él replica: “De estas cosas, yo sé”. Si sabe, no es cándido; si no, su autoridad se derrumba.

 

La secuencia —conocimiento, difusión, retractación— sugiere, como dice Umberto Eco en Construir al enemigo, “ruido como cobertura”: un escándalo tapa otro. El affaire $LIBRA y su estilo barroco —excesivo, empírico, dogmático— podrían ocultar incoherencias mayores, proyectando una redención ilusoria para los desposeídos.

 

En conclusión, $LIBRA expone una narrativa frágil. Se presenta como experto, pero su apoyo a un proyecto riesgoso y su retractación sugieren improvisación o estrategia. Si sabía de $LIBRA, como admitió, ¿por qué fingir sorpresa? La SEC no lo salva: sin regulación, el inversor pierde. Su voluntarismo choca con un sistema que no protege. Así, entre sabiduría proclamada y candidez atribuida, su pasión antisistema pesa más que la razón que millones esperan.

 

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