Bahía Blanca, capital del cooperativismo, enfrenta un desafío histórico tras la catástrofe

Ceferino Caiola, economista y docente universitario, analiza el impacto de las recientes inundaciones en Bahía Blanca y su repercusión en el consumo y el empleo. Con una trayectoria que incluye el sector bancario, la actividad cooperativa y el comercio agropecuario el jefe de la filial del I.M.F.C. de la ciudad. Advierte sobre la caída del Producto Bruto local y la importancia del cooperativismo en la reconstrucción económica. En diálogo con la revista Vértices, sostiene que "sin solidaridad, no hay futuro".

Fuente: Foto Gentileza de Ceferino Caiola

 

El referente del sector cooperativo y conocedor de los mecanismos de la economía social, analiza el impacto de la reciente crisis en Bahía Blanca en una entrevista con Revista Vertices. Con una trayectoria marcada por la defensa de la producción y el acceso equitativo a bienes y servicios, Carola advierte sobre la falta de coordinación entre los distintos niveles del Estado y destaca el rol fundamental de las cooperativas en momentos de emergencia. “Cuando hay situaciones como estas, aflora la solidaridad, aflora el accionar colectivo, pero cuando todo se relaja, cuesta mucho la participación y el compromiso de los ciudadanos”, señala.

 

Revista Vértices: Nos gustaría comenzar por el impacto de las inundaciones en la comunidad y el sector productivo. ¿Cuáles han sido los principales daños ocasionados en Bahía Blanca?

 

Ceferino Caiola: Bueno, los daños han sido amplios en todo sentido: personales, familiares, comerciales y productivos. La ciudad fue arrasada el 7 de marzo por precipitaciones que oscilaron entre 250 y 400 milímetros en solo nueve horas, algo sin precedentes. Zonas enteras como el centro, el canal, Villa Rosas, Whit y Cerri quedaron devastadas. Las pérdidas materiales, humanas y comerciales son incalculables aún.

 

RV: ¿Cómo repercutirá esta situación en el empleo local?

 

CC: La afectación será grave y prolongada. Los pequeños y medianos comerciantes y empresarios, quienes sostienen gran parte del empleo en la ciudad, han sufrido pérdidas severas en mercadería, maquinarias y bienes de cambio. Ante este escenario, la reacción inevitable será la reducción de costos fijos, lo que implica despidos y menor generación de empleo.

 

RV: ¿Y el impacto en el consumo?

 

CC: Bahía Blanca verá una caída drástica en su Producto Bruto. La prioridad será la supervivencia: salud, agua y alimentación. Sectores secundarios y terciarios verán una retracción considerable, lo que también repercutirá en la economía general.

 

RV: En este contexto de crisis, ¿qué rol han jugado las cooperativas y mutuales en la asistencia a los damnificados?

 

CC: Fundamental. La ayuda ha sido masiva y organizada a través del Ente Municipal de Acción Cooperativa, con el apoyo de la Universidad Nacional del Sur y distintas organizaciones. No olvidemos que Bahía Blanca viene de otro desastre reciente, el temporal de viento que destrozó la ciudad. Las cooperativas han sido clave en la logística y distribución de recursos.

 

RV: Recordemos que Bahía Blanca fue declarada capital del cooperativismo en la provincia. ¿Cómo influye esto en la recuperación?

 

CC: Ahora veremos la capacidad del movimiento cooperativo para actuar en conjunto. Entidades como el Banco Credicoop, el Instituto Movilizador y la Cooperativa Obrera, la más grande de Latinoamérica, ya están trabajando en estrategias de recuperación. Se está evaluando una línea de créditos y subsidios para los afectados.

 

RV: ¿Cuáles son los principales desafíos para las cooperativas de cara al futuro?

 

CC: El compromiso y la participación. Cuando ocurre una catástrofe, la solidaridad aflora, pero con el tiempo cuesta sostener el involucramiento. Las cooperativas enfrentan los mismos problemas que la sociedad en general: falta de recursos, burocracia y la necesidad de un cambio cultural en la participación ciudadana. La clave estará en sostener este espíritu solidario a largo plazo.

 

 

Fuente: Foto CONICET
Fuente: Foto sumario noticias

 

RV: Ceferino, después de la catástrofe que golpeó a Bahía Blanca, hablás de la importancia de la solidaridad y la organización. ¿Cómo evaluás la respuesta ante esta crisis?

 

CC: En estos momentos la solidaridad se activa de inmediato, pero el problema es que cuando la emergencia pasa, el compromiso ciudadano y la participación empiezan a diluirse. La prioridad de subsistencia y la necesidad de mantener la olla en cada hogar muchas veces impiden que la gente pueda sostener una militancia activa en la reconstrucción. Sin embargo, esta crisis nos da la oportunidad de reafirmar algo que siempre decimos: sin solidaridad, no hay futuro.

 

RV: ¿Cómo fue la articulación entre las distintas fuerzas y niveles de gobierno?

 

CC: Al principio, como en toda crisis, se arma la foto del triunvirato nacional, provincial y municipal, todos juntos como si fueran mejores amigos de Instagram. Pero eso dura poco. Rápidamente afloran las mezquindades políticas, empiezan las acusaciones de quién hizo qué, qué se podría haber evitado y qué responsabilidades tiene cada uno. Esta falta de coordinación provoca que en algunos sectores haya exceso de ayuda y en otros no llegue nada.

 

RV: En Bahía Blanca, una ciudad con fuerte presencia del cooperativismo, ¿qué papel pueden jugar las cooperativas en este contexto de crisis?

 

CC: Es una oportunidad para fortalecer el músculo del sector cooperativo, regular precios y garantizar acceso justo a bienes esenciales. La Cooperativa Obrera tiene una estructura que puede contribuir en este sentido. También el Banco Credicoop, junto con el Banco Nación y el Banco Provincia, pueden aportar mediante subsidios de tasas y apoyo a sectores estratégicos. La reconstrucción no solo tiene que ser material, sino también económica y social.

 

RV: ¿Creés que esta crisis puede marcar un cambio en la organización del consumo y la producción?

 

CC: Depende de cómo respondamos. Tenemos la oportunidad de capitalizar esta crisis y demostrar que el cooperativismo es una herramienta de transformación real. Pero también está el riesgo de que todo vuelva a la normalidad y se pierda esta inercia solidaria. Es el momento de actuar con inteligencia y efectividad, porque si algo nos enseña esta crisis es que en un sistema de consumo desregulado, los más vulnerables son siempre los primeros en caer.

 

RV: Un mensaje final para el sector cooperativo y los consumidores organizados.

 

CC: Es hora de estar presentes, de agradecer si nos afectó poco y de colaborar con quienes más lo necesitan. Pero no de manera asistencialista, sino con estrategias de impacto real. Si queremos un futuro donde nadie quede afuera, el cooperativismo tiene que ser parte de la solución. Porque, insisto, sin solidaridad, no hay futuro.

 

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