✊ El Cordobazo: cuando el pueblo tomó la historia en sus manos
Este trabajo histórico fue realizado por la profesora, investigadora y miembro de la APDH Regional Villa María, Carolina Benedetto, quien reconstruye los orígenes sociales, sindicales y políticos que dieron lugar al Cordobazo como una de las más potentes expresiones de resistencia popular del siglo XX argentino. Desde el auge industrial cordobés hasta la confluencia obrero-estudiantil del 29 de mayo de 1969, el relato destaca el papel de Villa María, la represión, las luchas previas, y el legado de una jornada que quebró al onganiato y transformó para siempre la vida política y cultural del país.
Autor
Carolina Benedetto
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Fuente: Foto Radio Gráfica
Durante la gestión del Brigadier Juan I. San Martín (1951- 1955), Córdoba experimentó un gran desarrollo industrial, que se apreció en el aumento de la cantidad de empresas y de operarios y el crecimiento del consumo energético. Las grandes empresas industriales ejercieron un efecto multiplicador en la economía de la ciudad de Córdoba y alrededores, al impulsar la aparición de centenares de medianas y pequeñas industrias, que serían sus auxiliares y proveedoras (las famosas “autopartistas”), empleadoras de una buena cantidad de mano de obra.
Las “Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado” (IAME) hicieron de Córdoba el primer polo industrial del interior, introduciendo nuevas tecnologías, procesos laborales y prácticas gerenciales modernas. Para eso, se necesitaba de sindicatos fuertes que hicieran funcionar el círculo virtuoso del capitalismo.
Argentina, con una larga tradición de organización mutualista y sindical; cuyos dirigentes institucionalizados del movimiento obrero se incorporaron al naciente peronismo, porque allí vieron el camino para obtener las conquistas, por las que venían luchando desde hacía décadas.
En 1944, aparecen nuevos sindicatos: UOM, Sindicato de Luz y Fuerza, Sindicato de Vendedores de Diarios, Revistas y Afines” y la “Asociación Gremial de Trabajadores Universitarios. Los operarios de la Fábrica Militar de Aviones, que habían tenido prohibida la sindicalización, obtuvieron ese derecho a partir de la designación del Brigadier San Martín como Director.
También, se consolidan y surgen otros gremio como: la “UTA” de Atilio López; el “Sindicato de Obreros y Empleados Públicos” (SOEP, luego SEP; la “Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba” (UEPC), el “Sindicato Argentino de Prensa, filial Córdoba y el “Círculo de Autores y Compositores de Córdoba.
El gobierno de la Revolución Fusiladora llevó una ofensiva total contra el peronismo y el movimiento obrero. Encarcelamientos, expatriaciones, fusilamientos, prohibición legal de pronunciar el apellido Perón y exhibir los símbolos del Partido Peronista, proscripción, retiro de la personería gremial, intervenciones a la CGT y los sindicatos en todas las provincias, ocupación de sus locales por parte de los tristemente célebres “comandos civiles”. Los diversos gremios quedaron como botín de guerra para “sindicalistas” sin bases y de los comandos de la “libertadora”, interesados en los fondos sindicales.
El gremialismo peronista, antes que el sector político, abrió el período de la “Resistencia Peronista”, o Resistencia Sindical, siendo la cordobesa una de las más heroicas del interior. Pero no se configuraba solamente con el desarrollo de acciones huelgas y sabotajes, sino con el esfuerzo por reconstituir las redes desarticuladas. Se luchó por normalizar los sindicatos y la CGT, por democratizarlos, por su autonomía, las movilizaciones callejeras y la unidad obrero-estudiantil.
Hacia el ´63, coordinaron sus esfuerzos los tres sectores en que se encontraba dividido el movimiento obrero cordobés: Ortodoxos, Legalistas e Independientes. Los peronistas “Ortodoxos”, estaban liderados por la UOM y se oponían a Augusto Vandor, los peronistas legalistas, ideológicamente más a la izquierda, representados por Elpidio Torres de SMATA y Atilio López, líder de la UTA y los “Independientes”, un conjunto de gremios menores de izquierda o radicales, cuya figura central era Agustín Tosco.
En 1966, con el advenimiento del Golpe de Estado y del régimen del Gral. Juan Carlos Onganía, se reactivó la lucha del movimiento obrero- estudiantil, contra su política antinacional y antipopular, por la aplicación el Arbitraje Obligatorio, que de hecho anulaba el derecho de huelga y las estrategias de racionalización empresarial, que dejaron un tendal de despedidos y suspendidos.
El 29 de julio de 1966, el gobierno atacó a la UBA, en la noche de los “bastones largos”, siendo expulsados a 8.600 docentes. Los estudiantes protestaban, pero en solitario. Sin embargo, en Córdoba hubo Huelga General por tiempo indeterminado, en septiembre de 1966, y la represión se cobró su primera víctima, Santiago Pampillón (estudiante obrero asesinado por la policía provincial).
En marzo de 1968, se llevó a cabo el Congreso Normalizador de la CGT. Mayoritariamente se decidió a luchar contra la Dictadura, eligiendo Secretario General de la CGT al dirigente gráfico bonaerense Raimundo Ongaro. La otra corriente desconoció su elección y se retiró de las deliberaciones, negándose a entregar el local cegetista de calle Azopardo a las nuevas autoridades. La CGT de Ongaro –pronto llamada “CGT de los Argentinos” (CGT-A)- encontró rápido apoyo en el Interior, sobre todo en Córdoba y particularmente en el gremio de Tosco.
La gran insurrección popular del 29 de Mayo de 1969, conocida como “EL CORDOBAZO”, fue el pico máximo que alcanzaron las huelgas y movilizaciones que caracterizaron el “verano caliente” de 1969 y los meses sucesivos. Lo antecedieron el “Correntinazo”, el “Rosariazo” y la represión a la “Marcha del Silencio” protagonizada por trabajadores, sacerdotes tercermundistas y estudiantes cordobeses, el día 23 de mayo.
A la inquietud por el cierre de empresas del ramo metalúrgico, despidos, suspensiones, incumplimiento de la legislación laboral vigente, la detención de activistas políticos y gremiales; se añadía, en Córdoba, el aumento de los impuestos, la derogación de la ley provincial del Sábado Inglés y el desconocimiento de la antigüedad de los empleados y choferes de colectivo urbano.
En Villa María, Leslie Arbol de mercantiles, declaró que no era posible conversar con un gobierno “que ha obligado a acciones tan violentas y de sacrificio a todos los sectores del trabajo, tomando entre rejas a auténticos líderes sindicales”.
Las tres corrientes sindicales cordobesas acuerdan entre sí y con la dirigencia estudiantil que el paro general, en Córdoba, se adelantaría para el día 29 de mayo de 1969, a partir de las 10 de la mañana.
Programaron la marcha de las columnas, el rol del estudiantado y las alternativas posibles ante la muy probable represión policial. Extensas columnas de trabajadores y los estudiantes, que caminaron muchos kms, llegaron al centro de Córdoba.
Producido el enfrentamiento con las tropas policiales, las columnas obreras, con la adhesión de vecinos y la casi unanimidad de la pequeña burguesía cordobesa, logran hacerlas retroceder y quedan dueñas de la ciudad por largas horas. La situación escapó al control inicial de sus promotores y por un tiempo, el poder estuvo en manos de las masas sublevadas. Recién a las cinco de la tarde el ejército entró a la ciudad y fue tomando las calles una por una; pero, en el Barrio Clínicas, 50.000 obreros y estudiantes resistieron toda la noche hasta el amanecer del 30.
El 30 de mayo, Córdoba era una ciudad paralizada y desierta. El ejército realizó centenares de allanamientos y detenciones. Tosco, Elpidio Torres, Felipe Alberti, Di Toffino, Ramón Contreras y otros fueron sometidos a Consejo de Guerra y de inmediato encarcelados. Así el gobierno de Onganía estaba herido de muerte.
Aquella violenta pueblada fue la última acción de la resistencia peronista, que se produjo por necesidad extrema. No hay nada menos subversivo que el Cordobazo, ya que fue un hecho público, a la luz del día y con enorme participación colectiva. Es decir, un acontecimiento verdaderamente democrático, porque el pueblo se hizo cargo de sus asuntos, porque habían hecho desaparecer al sistema republicano y representativo. La pretensión era hacer caer al onganiato, que no contaba de ningún consenso social; el pueblo estaba harto de la dictadura. Se trataba se volver al régimen democrático perdido.
No obstante, el clima de época se trasmutó para siempre. Trabajadores y estudiantes convergieron. No tomaron el poder en ningún sitio, pero rompieron el mundo viejo, sitiaron la religión, aplastaron la familia tradicional y cambiaron el papel de jóvenes y las mujeres en la sociedad.
Antes de su participación en la actividad “Pañuelo, unión de las luchas”, organizada por APDH y CGT Villa María, Revista Vértices entrevistó al magistrado Matías De Falco. Con una fuerte impronta jurídica y social, anticipó los temas que abordaría en su disertación en el SUM de El Diario: la creciente precarización del trabajo, el retroceso normativo, la pérdida de conciencia colectiva y la necesidad urgente de reclamar lo que la Constitución garantiza: una sociedad con justicia social.
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A diez años del primer #NiUnaMenos, el Observatorio "Ahora Que Sí Nos Ven" actualiza el mapa del horror: 2.827 femicidios, 41 transfemicidios, niñas asesinadas, adultas mayores golpeadas hasta la muerte, lesbianas quemadas vivas, y un Estado que hoy, bajo el gobierno de Javier Milei, desmantela cada política conquistada por los feminismos.