Edgar Bruno: el delasotismo como doctrina desde el interior
Edgar Bruno, intendente de Canals, emerge como un actor político incómodo para el oficialismo cordobés, combinando gestión territorial, comunicación directa y una identidad delasotista que interpela al presente del peronismo provincial. En este marco, su candidatura evidencia una crisis profunda del imaginario cordobesista, marcada por el desdibujamiento de liderazgos, el vaciamiento de la identidad justicialista y la ausencia de contención política real. Lejos de ser solo una jugada testimonial, su proyecto busca construir una minoría intensa que reactive el debate sobre el poder, la conducción y el futuro del peronismo cordobés de cara al 2027.
Autor
Lic. Luciano Chialvo
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Fuente: Foto Radio UNRC
Edgar Bruno, actual intendente de Canals, se ha convertido en una figura clave que incomoda al peronismo dominante en Córdoba. En 2019, desafió las directivas del schiarettismo al presentarse con una boleta que reivindicaba la imagen de José Manuel de la Sota, en un gesto simbólico que marcaba su adhesión doctrinaria. Bruno consolidó su poder territorial a partir de una gestión anclada en obras estratégicas, urbanismo planificado, y una comunicación directa con los vecinos a través de redes sociales, sin desatender su formación como dirigente popular: fue comerciante, sindicalista, funcionario social y congresal del PJ.
A quince meses de las elecciones provinciales, impulsó la candidatura de Martín Llaryora, y logró una victoria propia con más del 70% de los votos, en un contexto adverso para el oficialismo ya que ganaba intendencias los opositores. Su accionar desafía al peronismo cordobés desde una raíz distinta: la del delasotismo como doctrina viva frente a un schiarettismo tecnocrático, liberal y ambiguo en lo ideológico sedimientando un sentido común sin brujula. E. Bruno sostiene que Schiaretti carece de carisma y que su éxito electoral de 2019 se apoyó en la trágica desaparición del "Gallego". Su lectura es crítica: la alianza de Juan Schiaretti con sectores del PRO/UCR o vecinalista erosionó el imaginario cordobesista, priorizando alianzas partidarias solamente como trampolín a una candidatura nacional cuya orientación política aún no está clara.
La propuesta del intendente se construye desde la periferia, pero interpela al centro del poder. Promueve una lista alternativa con el partido PAIS, apelando a la memoria simbólica del sur cordobés y el liderazgo de José Manuel. La emergencia de actores como Nazario en Río Cuarto jugando por fuera del cordobesismo oficial y sus críticas a la falta de internas partidarias expresan una crisis estructural del modelo cordobés. Bruno denuncia la confusión entre estrategia política y simple tacticismo; y cuestiona la exclusión de cuadros.
Una minoría intensa
En un clima político marcado por la fragmentación y la falta de liderazgos contenedores, su candidatura se plantea como minoría intensa: puede no ser mayoritaria en lo cuantitativo, pero busca tener impacto cualitativo. Apuesta a generar un nuevo ciclo, marcando distancia de la alianza entre peronismo cordobés y fuerzas antagónicas transvestidas de consenso pero que dañan el armado justicialista en cada elección. Su alianza simbólica con A. Nazario y la evocación del peronismo riocuartense de fines del siglo XX sumado a los vacíos estratégico del posible candidato a diputado nacional en estas intermedia (Schiaretti) subrayan una voluntad de recuperación histórica. En ese gesto, interpela también a Natalia de la Sota en un doble sentido: por un lado, cuestionando la representación simbólica heredada de su padre; por otro, disputando parte del electorado que aún reconoce en el delasotismo una identidad política vigente restándole votos concretos; en especifico en el sur provincial.
El dirigente peronista canalense deja en claro que su objetivo no es destruir al cordobesismo, sino disputarle el rumbo: “falta un líder que contenga”, afirma, reivindicando el rol articulador de De la Sota. Desde su pequeña localidad, busca reactivar un delasotismo que dé respuestas a la crisis de representación y que garantice participación, federalismo y justicia social en el peronismo del futuro. Esta apuesta también confronta con el liderazgo del sur que pretendió construir Juan Manuel Llamosas -sin dejar de lado a otro aliado del cordobesismo oficial como Javier Pretto. Ambos dos mientras aumente la intención de votos del canalense se profundizaran los reacomodamientos internos, pero desde lo inmediato en lo cualitativo vuelve a incomodar dejando la puerta abierta; no solo influir en 2025, sino prefigurar el escenario provincial hacia 2027.
Esta nota se construye con el análisis de la psicóloga y magíster en seguridad Emilia Trabucco, analista de NODAL y del CLAE. La autora muestra cómo los cambios en el gabinete exponen una disputa feroz entre tres círculos de poder. El texto original pertenece a la Agencia NODAL.
El desplazamiento hace una semana de Federico Alessandri dentro del esquema llaryorista generó un nuevo temblor en la estructura del poder provincial, en un contexto donde el gobernador busca consolidar su hegemonía de cara al 2027. La jugada expone el desgaste del schiarettismo, la falta de rendimiento del kirchnerismo en el voto pampeano y las contradicciones de un peronismo liberal que intenta reposicionarse con señales hacia el escenario nacional. En el centro del tablero, Llaryora se mueve entre la prudencia y el cálculo, con una Natalia De la Sota que gana terreno de a poco y un Santilli que observa el movimiento como posible punto de inflexión para las futuras alianzas federales que necesita para restar votos del peronismo nacional, hoy real actor contrahegemónico. No es casual que justo en la previa del encuentro entre el gobernador y Santilli, el kirchnerismo táctico le brinde la estabilidad legislativa, un mensaje estratégico para el nuevo delasotismo a corto plazo, un micro mensaje para la estrategia ahora PRO-libertaria a mediano y al schiaretismo clásico a largo plazo.
El gobierno nacional ensaya una nueva arquitectura del poder donde se mezclan herencias menemistas, cuadros del PRO y la impronta libertaria. La designación de Diego Santilli en el Ministerio del Interior busca otorgarle rostro político y equilibrio institucional a un proyecto que combina ajuste económico, pragmatismo parlamentario y nostalgia de poder. Entre la disciplina financiera, la negociación con los gobernadores y la reconfiguración del macrismo, el mileísmo intenta construir su propia hegemonía cultural y electoral de cara al futuro.