La seño de Villa María: una vida entera en la educación rural
En Villa María, el Día del Maestro tiene un nombre propio que resuena con fuerza: Alicia Isaía. Docente jubilada, con treinta y ocho años de trayectoria en la educación rural, de los cuales treinta y siete los ejerció como directora, es testimonio vivo de la vocación, el compromiso y la lucha de maestras y maestros que sostuvieron la escuela pública en condiciones adversas, pero también con grandes satisfacciones.
Autor
Redacción
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Fuente: Gentileza de A.I.
En cada Día del Maestro florecen recuerdos, agradecimientos y homenajes a quienes eligieron la enseñanza como camino de vida. Más allá de las ciudades y los grandes centros educativos, en las escuelas rurales late una historia particular: la de maestras y maestros que sostienen la educación en contextos de soledad, sacrificio y enorme compromiso.
En Villa María, una de esas historias lleva el nombre de Alicia Isaías, su testimonio refleja no solo la pasión por enseñar, sino también las luchas, transformaciones y satisfacciones que marcaron a toda una generación de estudiantes.
Vocación nacida en la infancia
“Siempre me imaginé del otro lado de los bancos de madera”, recuerda Alicia sobre su paso por la primaria en una escuela rural. Desde aquellos días soñó con ser docente, y a los 20 años ya estaba frente a un aula. Lo que comenzó con tiza y pizarrón, atravesó cuatro décadas hasta la llegada de la tecnología y las nuevas herramientas educativas.
Desafíos de la educación rural
Alicia destaca la desigualdad de oportunidades que persiste entre la ciudad y el campo: durante gran parte de su carrera, sus alumnos no tuvieron acceso a profesores de música, educación física o idiomas. Solo en los últimos años la jornada extendida permitió sumar inglés, arte y deporte. “Nos falta muchísimo todavía en conectividad e internet”, advierte.
Durante la pandemia, esa brecha se profundizó. La enseñanza se sostuvo con cuadernos entregados cada 15 días y mensajes de WhatsApp, en familias sin recursos para videollamadas o plataformas digitales. “Fue un año intensísimo, distinto y muy difícil”, sintetiza.
Compromiso y lucha docente
Con la firmeza de quien dedicó su vida a la escuela, Alicia deja un mensaje a las nuevas generaciones: “Si vas a abrazar esta profesión, tenés que tener vocación, responsabilidad y compromiso. Muchas veces hay que dejar cosas de tu familia para atender a los niños de la escuela”.
También insiste en la necesidad de seguir luchando por los derechos docentes, recordando cómo el 82% móvil de su jubilación fue reducido arbitrariamente. “Esa plata era mía y no está”, reclama.
Reconocimientos que quedan en el alma
En este Día del Maestro, Alicia recibió mensajes de exalumnos y colegas que la saludan aún como “la Seño”. Entre esos saludos hubo uno especial: el de su propia maestra de primer grado. “Imaginate la emoción. Eso queda guardado en la memoria, es un regalo para el alma”, confiesa.
Con la calidez de sus palabras y el peso de su historia, Alicia Isaías encarna la esencia de la docencia rural: un compromiso silencioso, a veces desvalorizado por las políticas y la sociedad, pero que deja huellas imborrables en generaciones de estudiantes.
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