🍞 Cada mes más caro: lo que comías en 2024 hoy vale el doble
El bolsillo no da tregua y la góndola se convierte cada vez más en un campo de batalla. En febrero de 2025, los precios de los alimentos en Argentina volvieron a crecer por encima del promedio general, configurando un escenario de presión sostenida sobre los hogares. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el Índice de Precios al Consumidor (IPC) tuvo un alza del 2,4%, pero los alimentos y bebidas no alcohólicas treparon un 3,2%
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Editorial
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Fuente: Foto de Opinando san Nicolás
El último informe técnico del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), correspondiente al Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero de 2025, confirmó lo que ya se percibe en cada barrio del país: alimentarse es cada vez más caro. Mientras el nivel general de precios aumentó un 2,4% respecto al mes anterior, el rubro “alimentos y bebidas no alcohólicas” volvió a destacarse con una suba superior al promedio: 3,2% en tan solo un mes.
En el país del asado, la carne se convierte en un lujo. El aumento más agresivo dentro del rubro alimentario fue el de las carnes. En el Gran Buenos Aires, por ejemplo, el cuadril se encareció un 13,1% y llegó a los $11.931 por kilo; la nalga aumentó un 13,6%, alcanzando los $12.660; la carne picada común trepó un 11,3%, costando ya $6.081; y hasta los cortes considerados “económicos”, como la paleta, aumentaron 12,6%. Según el informe del INDEC, la suba interanual de las carnes y derivados es del 61,4%, muy por encima del promedio general que fue del 66,9%.
En la región pampeana —que incluye provincias clave como Córdoba, Santa Fe y La Pampa— la carne no fue más benévola. El informe indica que el aumento promedio mensual en febrero fue del 11,2%, mientras que en la región patagónica el salto alcanzó el 16,3%. Resulta paradójico: en las zonas productoras, donde uno podría suponer una cercanía con el origen de los bienes, los precios no bajan, suben más. Lo que se produce en el campo se encarece antes de llegar al plato.
Más allá de la carne, los productos esenciales de la canasta alimentaria también exhiben subas que preocupan. En el mismo informe del INDEC se consigna que, en el Gran Buenos Aires, el pan francés tipo flauta alcanzó los $3.212 por kilo, con una suba del 1,9%. La harina de trigo 000 se ubicó en $824,92, subiendo un 0,8%. La leche entera en sachet llegó a $1.496 por litro, con un incremento del 0,9%, mientras que el aceite de girasol (1,5 litros) se vendió en promedio a $3.810, con una suba mensual del 3%. Los huevos treparon hasta los $3.229 la docena (+2,1%). El arroz, uno de los alimentos más consumidos, bajó un 8,2%, pero se mantiene elevado: $1.937 por kilo.
Aunque algunas verduras bajaron, los analistas advierten que se trata de un fenómeno estacional. En febrero, las verduras, tubérculos y legumbres retrocedieron un 1,5% en el índice general, pero tras varios meses de aumentos. La papa cayó un 6,2% y quedó en $790 el kilo, mientras que el tomate redondo bajó un notable 18,4%, aunque sigue arriba de los $1.200. Sin embargo, otras verduras no dieron tregua: la lechuga se disparó un 26,7% y se posicionó en $3.470 el kilo, y el zapallo anco, aunque bajó 12,5%, sigue por encima de los $1.100.
En el rubro bebidas y comestibles secos, los aumentos también preocupan. El precio de la gaseosa base cola de 1,5 litros creció un 4,4%, promediando los $2.521. El café molido subió un 7%, superando los $9.000 por medio kilo. La yerba mate bajó apenas un 0,5%, manteniéndose en $2.250. El azúcar aumentó un 1,3%, llegando a $1.128 por kilo. El dulce de leche de 400 gramos subió 3,1% y se posicionó en $2.925. Lo que antes era un desayuno o merienda básico, hoy representa una carga de más de $15.000 mensuales para una familia de cuatro personas.
El impacto acumulado es preocupante. Según el mismo informe del INDEC, desde diciembre de 2024 hasta febrero de 2025, los alimentos ya aumentaron un 5,2%. En comparación con febrero del año pasado, el aumento interanual para este rubro fue del 52%. Algunos productos, como los lácteos y los aceites, superaron el 60% de incremento. En términos concretos, una familia que en febrero de 2024 destinaba $100.000 a su alimentación, hoy necesita al menos $152.000 para adquirir los mismos productos.
Las estadísticas oficiales dan cuenta del fenómeno, pero no logran retratar con precisión el drama cotidiano. No reflejan la angustia de la madre que estira el litro de leche o del jubilado que regresa del mercado con dos papas y un tomate. Tampoco registran la estrategia silenciosa del trabajador informal que opta por saltearse una comida. En los barrios populares se multiplican los comedores comunitarios, se reactiva el trueque, resurgen las ollas populares. Las familias reemplazan carne por fideos, frutas por pan. La consecuencia: menor calidad nutricional, mayor precarización alimentaria.
Los datos de febrero no son solo una fotografía mensual: son una señal de alarma sobre el presente y un pronóstico sombrío sobre lo que viene. En Argentina, cada vez más personas deben elegir entre pagar el alquiler, comprar medicamentos o llenar la heladera.
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