🥕 Lo que cambió en el Código Alimentario Argentino y cómo afecta a los consumidores
Una guía extensa para entender los recientes cambios en las normativas alimentarias, las nuevas reglas de importación y exportación, y las claves que todo consumidor debe tener en cuenta para cuidar su salud en un mercado cada vez más globalizado
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Editorial
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En enero de 2025, el gobierno nacional introdujo cambios trascendentales en la regulación alimentaria argentina. A través del decreto 35/2025, y en una resolución conjunta entre la Secretaría de Bioeconomía y la Secretaría de Comercio, se modificaron artículos clave del Código Alimentario Argentino (CAA) para facilitar el ingreso de alimentos desde países que cuentan con sistemas de control sanitario "equivalentes" al de nuestro país.
Pero, ¿qué significa “equivalente”? ¿Qué impacto real tiene esta reforma en lo que comemos? ¿Cómo afecta a la salud pública y al rol de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)? Y lo más importante: ¿qué debe saber un consumidor para no ser víctima de la desinformación o de productos de menor calidad?
En esta nota, desgranamos cada punto clave para entender cómo estas modificaciones alteran las reglas del juego y qué estrategias debe adoptar el consumidor para no perder soberanía alimentaria en su mesa.
Un nuevo paradigma de control: ¿agilidad o desprotección?
La modificación normativa establece que los alimentos elaborados en países con sistemas de vigilancia sanitaria que la Argentina reconozca como “equivalentes” —como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea— podrán ingresar al país con una simple Declaración Jurada de Importación, sin pasar por los procedimientos tradicionales de análisis o autorización previa por parte del Instituto Nacional de Alimentos (INAL) y otros organismos de control.
Esta flexibilización se presenta como una herramienta para “agilizar” el comercio exterior, reducir burocracias y acelerar el ingreso de productos. Desde el punto de vista del importador, representa un avance: menos tiempo, menos trabas, menos costos. Pero para el consumidor común, que no tiene forma directa de verificar si ese alimento cumple los estándares locales, esto representa una potencial zona gris: ¿cómo saber si un producto que entra con un sistema extranjero de evaluación, cumple con lo que tradicionalmente se exigía acá?
ANMAT cambia los procedimientos: luz verde a la autogestión documental
Paralelamente, la ANMAT emitió en marzo un nuevo instructivo que regula el procedimiento para importar y exportar alimentos, bebidas y suplementos dietarios. Entre otras novedades, introduce la figura de la “autogestión documental”, por la cual empresas habilitadas podrán cargar y validar sus propios documentos sin intervención previa de la autoridad sanitaria.
Este cambio refuerza la idea de “despapelizar” el proceso, pero también delega buena parte del control en el propio privado. Se pasa de un modelo centralizado, basado en el Estado como garante de la inocuidad alimentaria, a uno donde la carga probatoria y documental queda en manos de los propios actores del mercado. ¿Qué pasa si una empresa falsea una declaración jurada? ¿Cuánto tiempo se tarda en detectar un producto riesgoso ya en góndola?
¿Qué debe saber el consumidor informado?
Frente a este nuevo escenario, donde el mercado se abre, los controles se tercerizan y la trazabilidad del producto depende más del empaque que de las inspecciones, es fundamental que el consumidor adquiera nuevas herramientas para protegerse. A continuación, una guía en diez puntos con lo que no puede dejar de mirar:
1. Procedencia clara y etiquetado confiable
Aunque los productos importados puedan llegar más rápido, eso no debe traducirse en menos información. Verificá siempre país de origen, razón social del importador y registros sanitarios. Los datos deben estar en castellano y en lugar visible.
2. Fecha de vencimiento y lote
No compres productos sin fecha de vencimiento o número de lote. Esto es clave para rastrear el alimento en caso de que sea retirado del mercado por una alerta sanitaria.
3. Sellos de advertencia
Verificá si el producto cuenta con los octógonos negros de la Ley de Etiquetado Frontal. Aunque los alimentos importados deben respetarla, muchas veces ingresan por lagunas regulatorias sin los sellos adecuados.
4. Información nutricional detallada
No te quedes con la publicidad del frente del envase. Leé siempre la tabla nutricional y los ingredientes. Algunos productos pueden tener nombres “saludables” pero estar cargados de sodio, azúcares o grasas trans.
5. Certificaciones confiables
Buscá sellos como “Orgánico”, “Libre de gluten” (con el logo oficial), “Sin TACC”, “Apto vegano”, o certificados de comercio justo. Pero ojo: no todos los sellos son oficiales. Desconfiá de etiquetas poco claras o con logos de dudosa procedencia.
6. Denuncias y alertas
Consultá periódicamente el sitio del ANMAT o aplicaciones de consumo responsable para enterarte de productos retirados, alertas sanitarias y casos de falsificación. También podés hacer denuncias si encontrás irregularidades.
7. Revisá los ingredientes “fantasma”
Algunos ingredientes autorizados en otros países pueden estar prohibidos o restringidos en Argentina. Por ejemplo, colorantes, conservantes o endulzantes que acá tienen límites, allá pueden estar permitidos en más cantidad.
8. Confiabilidad del comercio
Comprá en lugares habilitados y de confianza. Evitá tiendas online o redes sociales sin respaldo legal. La informalidad no solo daña al comercio justo, sino que expone al consumidor a productos sin control.
9. Suplementos dietarios y “productos milagro”
Muchos de los productos importados por autogestión son suplementos. Recordá que no están exentos de riesgos. No consumas productos que prometen “curar” o “bajar de peso” sin evidencia científica.
10. Consumí con conciencia crítica
Más allá de lo técnico, es clave entender que el alimento es también un acto político. Elegir qué comer, a quién comprarle, y exigir normas que protejan al consumidor son acciones cotidianas que defienden la salud y la soberanía alimentaria.
Una sociedad informada vale más que un sello de origen
Las nuevas normas pueden traer mayor oferta y dinamismo comercial, pero también implican una transferencia de responsabilidades. El Estado argentino flexibiliza controles con el argumento de la modernización, pero esa “modernidad” debe ir de la mano con información clara, educación alimentaria y mecanismos reales de defensa del consumidor.
Una sociedad que se informa, que exige, que revisa etiquetas y que denuncia cuando es necesario, es el mejor antídoto frente a la desregulación silenciosa.
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