La banca cooperativa: no tiene clientes sino socios y es una trinchera de la economia social

En diálogo con Revista Vértices, Laura Daer, gerente de la sucursal del Banco Credicoop en Villa María, explicó cómo esta entidad cooperativa se diferencia de la banca tradicional: no busca maximizar ganancias, sino acompañar a sus socios —especialmente a monotributistas, pymes y cooperativas— con herramientas concretas en medio de una economía hostil.

 

“Nosotros no los llamamos clientes. Los llamamos socios”.


Con esta frase, pronunciada con convicción, comienza el testimonio de un referente del Banco Credicoop en Villa María. A primera vista puede parecer una diferencia menor, casi semántica. Pero detrás de esa palabra se encierra toda una filosofía económica, social y política: el socio participa, construye, decide, se siente parte. El cliente, en cambio, compra o se va.

 

“Uno de nuestros principales objetivos es la rentabilidad mínima y necesaria. Lo que nos mueve es beneficiar al socio con las tasas más convenientes y los costos más bajos del mercado”.


Desde hace 27 años en la ciudad, y con más de 276 filiales en todo el país, Credicoop viene demostrando que otra banca es posible, una que no especula con la necesidad de las personas ni ajusta sus servicios al pulso de los mercados.

 
🌍 Una banca que no abandona a los pueblos


“Donde haya un Banco Credicoop, todos tengan acceso”. La diferencia con la banca privada es clara: si una sucursal no rinde, el banco tradicional la cierra. En cambio, Credicoop se mantiene, resiste, apuesta. Lo hace con convicción política y sentido social, entendiendo que el acceso financiero también es un derecho.

 

“En estos tiempos, eso se nota más que nunca”, advierten.


 
🔍 Un termómetro directo de la crisis


“Hoy vemos a pequeños comercios cerrando, industrias reduciendo personal y el agro pidiendo ayuda por tercer año consecutivo”.


La filial analiza a diario las operaciones y pedidos que recibe. Y eso le permite entender de primera mano cómo se mueve la economía real. Frente a ese diagnóstico, responde con lo que tiene: líneas de crédito extendidas, condiciones más flexibles y atención personal.

 

“Históricamente el capital de trabajo era a 12 meses. Hoy lo estamos extendiendo a 24 meses. Eso no es común, pero la situación lo exige”. En lugar de achicar beneficios como lo hacen otros, el banco ajusta su estructura interna para no soltar la mano de quienes producen.

 
🧾 Monotributistas: del margen al centro


Mientras buena parte del sistema bancario los considera “riesgosos”, el Banco Credicoop los incluye y los valora. “Tenemos módulos especiales como ‘Negocios y Profesionales’ para monotributistas. Ofrecemos calificación, tarjetas, cuentas, acompañamiento integral”.


Desde la categoría A hasta la K, encuentran en el banco una puerta abierta, sin necesidad de presentar patrimonio ni recibo de sueldo. Es, sin duda, una apuesta por la inclusión real.

 
🤝 Cooperativas y mutuales: más que aliadas


“Son entidades hermanas. No sólo por los vínculos comerciales, sino por los valores compartidos”. A lo largo de estas casi tres décadas, la filial local ha desarrollado múltiples acciones junto a cooperativas educativas, de servicios públicos, de trabajo y consumo. No se trata solo de financiar: se trata de tejer redes duraderas, proyectos conjuntos, propuestas educativas y solidarias.

 

“Desde concursos de dibujo hasta encuestas sobre educación cooperativa, tratamos de que el vínculo no sea sólo económico sino cultural”. Eso también es economía circular: lo que entra, vuelve.

 
🫂 Retorno solidario a la comunidad


“No nos guardamos todo. Tenemos una comisión de asociados que elige a qué organizaciones civiles se ayuda con premios institucionales”.


Cada dos semanas, los propios socios —no ejecutivos desde Buenos Aires— deciden cómo se devuelven recursos a la comunidad. Asociaciones civiles, cooperativas pequeñas, clubes, centros barriales: todos pueden recibir apoyo, económico o material, para seguir haciendo su tarea.

 

“Nunca elegimos una sociedad anónima. Siempre apostamos por organizaciones del campo social”.


 
🔧 Lo que falta: llegar a más


“Villa María tiene más de 8.000 entidades sociales. Hoy apenas un 30% está vinculada al banco. Queremos llegar a todas”. Ese es el gran desafío que señalan desde la filial: profundizar los lazos con clubes, sindicatos, mutuales, centros culturales y cooperativas que todavía no conocen (o desconfían de) la banca cooperativa.

 
💡 No es caridad, es otro modelo


Lo que defiende Credicoop desde sus filiales no es beneficencia ni asistencialismo. Es una lógica distinta de banca, de economía, de país. Una que no busca maximizar ganancias a costa de usuarios endeudados o negocios quebrados, sino que piensa en largo plazo, en comunidad y en dignidad financiera.

 

“Cada vez que hubo una crisis —en los 70, en los 90, en 2001, ahora— supimos anticiparnos. Tomamos decisiones que nos permitieron resistir sin quitar beneficios”.

 

Frente a un modelo que avanza con privatizaciones, desregulaciones y concentración, este banco que no tiene clientes, sino socios, aparece como una trinchera. Una esperanza concreta de que lo común todavía puede ser una forma de futuro.

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