Día del Abogado: entre la vocación, la defensa del consumidor y el legado ético

Revista Vértices entrevistó al abogado y referente de la Unión de Usuarios y Consumidores Horacio Bersten. Abogado y psicólogo social, autor del libro Derecho Procesal del Consumidor y coautor de varios otros, fue fundador y ex director del Instituto de Derecho del Consumidor del CPACF (Colegio Público de Abogados de la Capital Federal), de la FACA (Federación Argentina de Colegios de Abogados) y del Programa de Actualización en Derecho del Consumidor de la Facultad de Derecho de la UBA. Es profesor de grado y posgrado de esa facultad y abogado de asociaciones de consumidores.

 

I. La importancia del abogado: “Una profesión que se ejerce todos los días”

 

“Para mí es un día más”, responde con serenidad al ser consultado sobre qué significa hoy el Día del Abogado. No hay un tono de desdén, sino la convicción de que la profesión no puede reducirse a una efeméride. “Creo que quien elige una profesión, una actividad, la ejerce todos los días. En todo caso, sirve como de alguna manera para evocar las cosas que uno ha hecho y que tiene los planes para hacerlo”. La reflexión cobra fuerza al mencionar que lleva 53 años ejerciendo la abogacía, un tiempo que define como “larguísimo” y que lo coloca en un lugar de testigo privilegiado de las transformaciones de la profesión y del país.

 

“Es una actividad que puede ser muy noble o no, eso también depende de quién la ejercita y cómo la ejercita”. En esa línea, el entrevistado reivindica “la línea de los abogados que en nuestro país se inaugura con Moreno, Mariano Moreno y Manuel Belgrano, y que continúan muchos profesionales dignos, serios, trabajadores”. De inmediato aclara que también existen quienes ejercen la profesión con otros fines, porque “lamentablemente también hay de los otros, como cualquier tarea o profesión”.

 

La idea central es clara: el abogado no es solo un técnico del derecho, sino un actor que puede ubicarse en la nobleza del compromiso o en el cinismo de la rentabilidad. “La tarea del abogado puede ser noble siguiendo ciertos ideales y normas de conducta, siguiendo los ejemplos que en nuestro país señalaron abogados tales como Belgrano, Moreno, Castelli también, y siguieron después muchos honestos y serios profesionales que trabajan por los derechos de la gente”. La evocación a los próceres no es casual: traza un linaje ético que no se reduce a lo jurídico, sino que se expande a lo político y lo social.

 

El límite, señala, está en el marco ético: “No está mal obtener resultados económicos siempre y cuando sea dentro de un marco ético y de respeto de los derechos de los demás, y no poner los intereses del abogado por delante de quienes tiene que representar”. La definición sintetiza una concepción de la abogacía donde la justicia es prioritaria y el bienestar individual queda supeditado al interés colectivo.

 

II. Abogado y defensa del consumidor: “No hay resultado económico sin vocación”.

 

La conversación se desplaza a una dimensión práctica: qué ocurre cuando se violan derechos fundamentales, cuando la Constitución se vulnera. Su respuesta no elude la incomodidad: “He visto muchas violaciones de derechos de todo tipo. Y bueno, no puedo dejar de decir que a uno le molesta, pero de inmediato uno trata de pensar, por lo menos en mi caso y en algunos otros que conozco, pensamos de qué manera podemos ayudar para contrarrestar ese tipo de actitudes”.

 

Ese impulso lo llevó a una de sus causas más emblemáticas: la defensa del consumidor. “Por eso, en mi caso, abracé la causa de defensa del consumidor, así como antes abracé otras, pero ya desde el año 95 empecé a ejercitar el tema del consumidor”. Aunque ya lo enseñaba en la Facultad de Derecho de la UBA, decidió volcarse a la práctica profesional en ese campo, con resultados visibles.

 

“Paramos una audiencia telefónica en 1996 porque no estaba la documentación necesaria, paramos el incremento tarifario en dos líneas ferroviarias en el año 99, en el año 2002 y 2013 paramos tres aumentos de tarifa de electricidad y gas en todo el país”. Las cifras impresionan, porque dan cuenta de acciones colectivas que tuvieron impacto directo sobre millones de usuarios. La enumeración continúa: “Ahora recientemente hemos obtenido una resolución judicial que impide cortar el agua y la cloaca en un área muy grande que abarca a 14 millones de personas”.

 

Lejos de cualquier épica personal, su balance es sereno: “Ese es el tipo de actividad que a mí me gusta hacer y que hago con entusiasmo, con ganas y todo eso mucho más allá de cualquier resultado económico, que todo eso no tiene nada que ver, no hay resultado económico sin vocación”. En esa frase condensa una visión donde la defensa del consumidor se convierte en un acto de compromiso social que trasciende los honorarios, ubicándose en el terreno de la ética profesional y ciudadana.

 

III. Mensaje final: “Información, formación y principios elementales de justicia”

 

El último eje de la entrevista se proyecta hacia las nuevas generaciones de abogados. “Lo primero que tiene que hacer cualquier profesional de cualquier área es estar informado y estar capacitado, eso es permanente”. La advertencia es directa: quien se queda con el bagaje inicial de la facultad se atrasa, porque “las leyes cambian todos los días y no se puede mantener el bagaje inicial que uno aprendió cuando pasan muchos años”.

 

La comparación con la medicina refuerza su argumento: “Lo propio ocurre en la medicina, el avance en los procedimientos, en la farmacopea, etc., hace que de alguna manera quien no está actualizado no es un buen médico, como no puede ser un buen abogado quien no lo esté”. El llamado a la actualización permanente se vincula con un horizonte de responsabilidad: “Entonces lo primero es estar informado de todo lo que sucede y estudiar profundamente”.

 

En paralelo, advierte sobre los desafíos económicos: “Todo el mundo aspira a trabajar y vivir de su trabajo, lo cual es absolutamente personal. Lo que pasa es que para poder ejercer la abogacía correctamente no se pueden anteponer los intereses personales del abogado sobre los intereses de su cliente y de quien represente”. La definición se resume en tres pilares: “Información, formación y actividad coherente con esa información, formación y con principios elementales de justicia”.

 

El cierre abre una perspectiva esperanzada: “Lo bueno sería que se pueda evocar cada vez con un número mayor de profesionales de distintas actividades que abracen este tipo de principios. Eso sería realmente bueno. Y que no sea necesario destacar en alguno en particular, sino que exista una generalidad. Ojalá algún día se pueda llegar”.

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