Muerte antes del deber

Con un estilo firme y visceral, la escritora villamariense nos entrega un poema que interpela desde lo más profundo: “Muerte antes del deber” no es solo una declaración de principios, es una defensa encarnada de la identidad, la libertad y la memoria propia frente a las imposiciones ajenas.

 

No siempre la muerte llega con silencio y tierra.
A veces llega con la voz apagada,
con el alma inclinada,
con la historia escrita por manos ajenas.

 

No es la muerte del cuerpo lo que temo,
sino la de la esencia.
La que ocurre cuando cedo mis ojos,
cuando me convenzo de que lo que sentí fue un espejismo,
cuando permito que otros nombren lo que solo yo viví.

 

No.
Mi verdad no se alquila,
no se cambia,
no se negocia.

 

Prefiero caer con las manos abiertas,
aceptar la caída como se acepta la lluvia:
inevitable, limpia,
antes que permanecer erguida en un suelo que no me pertenece.

 

Que se derrumben las paredes si deben derrumbarse,
que se rompa el puente si me impide cruzar libre.
No vine a esta vida para arrodillarme ante lo falso.

 

Y si el precio de la libertad es el vacío,
lo abrazo.
Porque mi historia es mía,
y mi voz es mi hogar.

 

Moriré mil veces si hace falta,
pero cada vez de pie.