A Fuego y Sangre como una nueva forma de pensar la soberanía argentina

El historiador y escritor villamariense Raúl Costa, autor de “Pequeñas historias, grandes personajes” y ahora de su nuevo libro “A Fuego y Sangre”, presentó su obra ante más de doscientas personas en el Villa María Shopping. Reconocido por devolver protagonismo a figuras olvidadas y por una mirada federal de la historia, Raúl relata cómo pasó de lector apasionado a escritor celebrado en muy poco tiempo, impulsado por la pandemia, la función pública y una inquietud histórica que llevaba décadas esperando ser escrita.

Fuente: Gentileza de R.C.

Primera parte


El nacimiento de un escritor en tiempos de pandemia
 

Raúl Costa recuerda que la idea de escribir lo acompañó toda la vida. “La tuve desde siempre” reconoce, aunque confiesa que por falta de tiempo y quizás de decisión nunca había dado el paso. “Soy un gran lector, todavía me da cierto pudor decir que soy escritor” admite entre risas, y explica que su vínculo con la lectura fue siempre el motor que lo llevó a pensar en escribir historia argentina.

 

Sin embargo, la rutina lo absorbía. “Toda la vida dedicado a la función pública, dedicado full time” describe, y por eso la escritura quedaba relegada. Hasta que llegó la pandemia.

 

Y ahí todo cambió.

 

“Lo que me terminó de motivar fue la cuarentena impuesta por la pandemia” cuenta. “Los primeros tres meses, marzo, abril y mayo de 2020, fueron de tal encierro que nos sobraba tiempo a todos.”

 

Raúl trabajaba como funcionario provincial desde casa. “Me conectaba un rato todos los días y después me quedaba todo el día libre” recuerda. El aislamiento estricto que cumplió junto a su esposa le permitió abrir un espacio inesperado. “Ahí me pongo a escribir, volcar algunas ideas, sin pensar demasiado en lo que iba a ser después.”

 

De esas primeras páginas nacieron relatos breves, perfiles históricos, escenas que terminaron tomando forma en su primer libro: “Pequeñas historias, grandes personajes”.

 

Durante 2020, 2021 y 2022 le dio cuerpo al material y finalmente lo presentó en 2023. Fue un antes y un después. “Me encantó presentarlo, me gustó la satisfacción de sentir que escribiste un libro” afirma. La recepción superó sus expectativas. “Tuve muy buenos comentarios y eso me motivó a escribir otro.”

 

Así nació “A Fuego y Sangre”.

 

 
Personajes ocultados, mujeres silenciadas y la trama ideológica de la historia oficial

 

Cuando se le pregunta qué problemática intelectual lo llevó a escribir su primer libro, Raúl es contundente. “No una en particular, pero sí la inquietud de mostrar hechos y personajes de nuestra historia no conocidos o no divulgados.”

 

Siempre le preocupó que la historia oficial dejara de lado a figuras clave. “A veces los oculta en forma deliberada y eso es lo que me revela” explica. No porque no existan investigaciones, sino porque su presencia incomoda. “No es que la historia ignore a Felipe Varela o a José Gervasio Artigas, los oculta a propósito.”

 

¿Por qué? Raúl no duda. “Porque expresan valores que la historia oficial no quiere expresar.”

 

Y ahí se planta en un debate profundo. “Nuestra historia la escribió Mitre y Vicente Fidel López con una tendencia liberal, porteñista, centralista.” Esa mirada moldeó el canon, las efemérides y hasta los nombres de las calles. “Andá a cualquier ciudad del país y decime si encontrás la calle Pancho Ramírez o Chacho Peñaloza. Te va a costar.” En cambio, recuerda que las calles Alberdi, Mitre, Sarmiento o San Martín siempre ocupan lugares centrales.

 

Como subtrama de esa invisibilización, aparece el rol de las mujeres. “Creo que la mujer fue ninguneada y hasta humillada durante décadas en nuestra historia.” Raúl nombra a María Remedios del Valle como ejemplo crucial. “Belgrano la había nombrado coronela y sin embargo estaba ocultada. ¿Cómo la historia oficial iba a tener por madre de la patria a una mujer negra, pobre y afrodescendiente?”

 

Entre los casos que recupera, destaca a Juana Moro, conocida como “La Emparedada”. “Era espía del Ejército del Norte y la condenaron a morir tapiándole su propia casa.” También rescata a Martínez Chapanay, quien enfrentó al asesino del Chacho Peñaloza y “lo dejó desmayado del susto delante de toda la tropa”, un acto simbólico que “vengó la muerte del Chacho” sin derramar una gota de sangre.

 

Para Raúl, esas mujeres merecen un lugar central en la memoria colectiva. “Esa fue la idea: ponerlas en relieve.”

 

Fuente: Gentileza de R.C.
Fuente: Gentileza de R.C.

Segunda parte


De “Pequeñas historias” a “A Fuego y Sangre” la violencia en la historia argentina y un libro que desborda en Villa María
 

Después del primer libro, Raúl Costa quedó marcado por la experiencia de escribir y presentar. “Me gustó la satisfacción de sentir que escribiste un libro” recuerda. La buena recepción fue decisiva “tuve muy buena receptividad del libro, muy buenos comentarios y eso me motivó a escribir otro” resume.

 

De esa mezcla entre entusiasmo, rigor histórico y necesidad de seguir contando lo que no se cuenta nació “A Fuego y Sangre”.

 
Un país atravesado por la sangre: grietas largas, guerras eternas y una violencia que no terminó
 

A la hora de elegir el tema del segundo libro, Raúl tenía varias carpetas abiertas. “Tenía dos o tres temas para elegir” explica. Uno eran las batallas argentinas que se dieron por la independencia “fueron más de doscientas” subraya, aunque en la memoria escolar siempre vuelven las mismas “Salta, Tucumán, Vilcapugio, Ayacucho, La Tablada”. Otro tema era el de las descendencias de nuestros próceres, una trama que investigó y le resultó “muy atractiva”.

 

Sin embargo, hubo un eje que se impuso. “Finalmente me decidí por este, por el del fusilamiento” cuenta. A medida que leía y profundizaba, le apareció una idea central “nuestra historia tiene una historia de sangre, de violencia y de crueldad, me animaría a decirte que única en el mundo”.

 

Raúl compara procesos internacionales para dimensionar el caso argentino. “Hay muy pocos ejemplos de revoluciones en el mundo que hayan sido tan cruentas, tan violentas como la nuestra” sostiene. Y agrega que las guerras civiles en otros países también fueron más breves y menos extensas en el tiempo.

 

“Estados Unidos tuvo una revolución famosísima cuando se independiza de Inglaterra, pero duró cuatro años. Los que ganaron, ganaron, los que perdieron, perdieron y se encolumnaron” explica. En cambio, “la guerra civil nuestra duró más de sesenta años y nunca se saldó” afirma.

 

Para él, esa guerra interior dejó una marca que todavía se siente. “Aquella grieta continúa hoy, nunca se saldó esa guerra” dice. Y lo actualiza “hoy sigue habiendo diferencias, no vamos a decir entre kirchneristas y mileístas, pero sí entre porteños e interior, entre gente que defiende el puerto y gente que defiende el federalismo”.

 

Esa continuidad histórica fue una de las claves que lo empujó a escribir “A Fuego y Sangre”. “Eso me motivó a Fuego y Sangre” resume.

 
Un título que se corre medio paso
 

El título también tiene su historia. Raúl admite que partió de una expresión popular. “En realidad Fuego y Sangre es A sangre y fuego, que es la frase que decimos todos” reconoce.

 

Sin embargo, había un problema práctico y simbólico. “A sangre y fuego ya tiene libros, novelas, podcasts radiales, una obra de teatro” detalla. El giro fue mínimo pero significativo “en cambio A Fuego y Sangre, que es lo mismo pero dado vuelta, no había nada, y por eso el título”.

 

El movimiento es simple, pero también una declaración. La frase invertida sugiere una mirada distinta para un mismo núcleo histórico la violencia como marca de origen y como herida que todavía no termina de cerrar.

 
Presentación en Villa María: un local lleno, gente afuera y la economía real del libro
 

“A Fuego y Sangre” se presentó hace pocas semanas en el Villa María Shopping y en una cena del Rotary Este. Aunque muchos lectores ya lo reconocen como un historiador local de referencia, Raúl no pierde la prudencia ni el método. También piensa la circulación del libro con cabeza muy concreta.

 

“Este todavía no lo presenté en muchos lugares, solo en el Villa María Shopping y en una cena del Rotary” aclara. Explica que no es un tema de ganas, sino de tiempos sociales. “Entre marzo y noviembre hay que presentar un libro, el verano es desmovilizador y diciembre es una fecha donde la gente está con la mente puesta en otra cosa” comenta. Por eso anticipa que las próximas giras serán “seguramente a partir de febrero”, del mismo modo que su primer libro llegó a “más de veinte ciudades”.

 

Sobre la noche del Shopping, la sonrisa le vuelve al rostro. “Muy buena, muy buena, me quedó gente afuera” cuenta. El local tenía capacidad para unas doscientas personas y no alcanzó “quedó gente afuera”.

 

El impacto también fue material. “Vendí muchos ejemplares, prácticamente la mitad de lo que me había costado el libro la cubrí con esa venta” admite. Y no lo dice en clave triunfalista, sino como dato de la realidad de cualquier autor del interior. “Es el lugar donde tengo que aprovechar para la venta porque la gente que va ya sabe a qué va, va motivada o interesada en la presentación de un libro.”

 

La comparación con la librería sirve para entender la desigualdad del circuito editorial. “Para ir a la librería se requiere otra mentalidad, competís con un montón de otros autores mucho más respetos, más famosos que yo” dice. Y lo grafica con nombres propios “vos vas a buscar un libro de historia y te puede atrapar el mío, pero al lado tenés uno de Felipe Pigna, de José María Rosa o de Galasso, y decís ah bueno, es más difícil que me elijan”.

 
Un escritor que todavía se dice lector
 

Aunque insiste en definirse como “gran lector” antes que como escritor, los hechos hablan por él. Dos libros en pocos años, un enfoque crítico sobre la historia liberal, una apuesta fuerte por rescatar mujeres y personajes olvidados y presentaciones colmadas en Villa María muestran el recorrido de un historiador que eligió escribir desde el interior y con acento propio.

 

La pandemia y el encierro funcionaron como disparador. El trabajo remoto le abrió tiempo. La función pública le dio perspectiva. Y la necesidad de revisar la historia oficial se convirtió en proyecto de escritura. Entre “Pequeñas historias, grandes personajes” y “A Fuego y Sangre” se dibuja también el camino de Raúl Costa de lector compulsivo a autor reconocido por su comunidad.

 


Fuente: Entrevista a Raúl Costa en exclusiva para Revista Vértices.

 

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